viernes, 26 de mayo de 2017

Críticas en screener: Piratas del Caribe. La venganza de Salazar



Piratas del Caribe. La venganza de Salazar:

   La película de piratas definitiva. Jack Sparrow tiene que vérselas con el Chacho Salazar, un pirata gitano que siempre ha ido por todos los océanos desvalijando carabelas y bergantines como si no hubiera Guardia Civil en el mar. Pero la hay, aunque sea con barcazas de remos con la que es complicao pillar a los malos, y termina en la cárcel del Triángulo del Diablo, cumpliendo condena como un cabeza de turco de partido político cualquiera. Y claro, cuando escapa, va como un toro por los océanos, porque se ha enterao de que una vez en una taberna Jack se llevó al huerto a una prima, y ya aprovecha Salazar el ir yendo por ahí al hurgue con lo de buscar al otro pirata para lo que viene siendo la venganza de la afrenta familiar.



   Lo que pasa es que es difícil pillar al protagonista, no ya tanto por la “fragatoneta” que lleva Salazar, sino porque como va acompañada por los barcos de toda la familia, que en lo de las afrentas está muy unida como todo buen clan, pues los movimientos los tienen limitados, y Sparrow se puede escapar colándose por cualquier atolón.

   Pero al final, por pura pesadez, se convierte en un coñazo escapar de Salazar, por lo que Jack buscará una solución definitiva. Para resolver la afrenta, tendrá que hacerse con el Tridente de Poseidón y vendérselo a la familia de la prima gitana para la chatarra; pero, para encontrarlo, tendrá, casualmente, que unirse a los antiguos compañeros de las cuatro películas anteriores (que resulta que en el mundo de la película no debe haber ciudades grandes donde te cruces con alguien y no le vuelvas a ver), y correr un montón de peripecias absurdas durante dos horas de metraje, porque la licencia del nombre les ha salido muy cara a los de Hollywood, que las de Azúcar Moreno se han puesto con el apellido que déjelas ir. Y eso que no se enteraron del argumento, ¡que si no aún están pidiendo derechos de autor!


viernes, 19 de mayo de 2017

Críticas en screener: Déjame salir



Déjame salir:

   Historia de llorar, mucho, como si el becario de fontanería se hubiese olvidado de cerrar la llave de paso. Luego no digáis que no avisamos, que la gente es muy mala y luego acusa sin haber leído hasta el final, que es cuando ponemos siempre estos avisos.
   Pues nada, la cosa es que hay un chaval, que se llama Christopher Mubutu de las Palmeras y los Datileros, que es de padre keniata y madre de Sebastopol, y que está saliendo con una chica blanca del tó, que va dejando ciegos a los conductores en los pasos de cebra por el repelente de rayos UVA de nivel 77000 que le ha puesto su madre desde la guardería. La chica, que se llama Blanca Blanquísima Rose, es muy feliz con su novio mandingo, hasta el punto de querer presentárselo a sus padres.


   Él se siente algo incómodo, porque los padres, Missy y Dean Vanilli, teniendo en cuenta el color de la niña y que ella le ha comentado a veces que sólo lavan con Ariel Blanco Puro Max Nada Negro; parece que ahí hay algún resquemorcillo hacia los negros, puede ser… Y ellos desconocen su raza, por lo que no es descabellado sentir un pequeño come-come en las tripas. Por eso, y porque al chaval se le aparecen todos los fantasmas negros de América desde la Guerra de Independencia según va andando por la calle, y todos sin excepción le dicen “no vaaayaaasss”. Bueno, y alguno también le dice “tontacooo” y “asustavieeejaaas”, pero eso ahora no viene al caso, esos son pocos.
   Al principio, Christopher se sorprende con los que pueden ser sus futuros suegros, porque no son blancos del todo como él temía (bueno, ella más o menos sí, pero él tiene así como un tono naranja Fanta Zero que da mucha grimilla, y su flequillo parece el peluche de una nutria mal puesto), pero a medida que avanza el fin de semana, una serie de inquietantes descubrimientos le llevan a creer que ahí hay mucho odio, porque el padre habla con la boca como si estuviese constantemente aspirando aire, que al principio da risa, pero luego escuchas lo que dice, y Christopher se sorprende de que en la misma frase se puedan unir palabras como muro, negro, mexicano y “agarrarlas por el coño, qué risa”.


   Además, siempre mira con los ojos como si quisiera imitar a los chinos y de lado, que debe ser por alguna miopía de centro-derecha, y es el único lado por el que ve bien, el pobre, pero asusta. Para colmo, está todo el rato rodeado de fantasmas de negros con sombrero de paja y tirantes, con la boca abierta y los ojos como huevos de avestruz, que uno no gana para echar el sofá manivela atrás.

   Al tercer negro gritando que dice que no así en tono sostenido tú ya sabes que la cosa no  tiene futuro aunque se quieran de verdad, de gritar por la noche pero no de miedo. Y lloras como loco por la pobre chiquilla, que se está ilusionando y empatizas con ella, que sabes que lo va a pasar poco bien en el futuro. Ella, porque él futuro, lo que es futuro, pues como que no…


viernes, 12 de mayo de 2017

Críticas en screener: Alien covenant



Alien covenant:

   A ver, hagamos memoria: Habíamos dejado Prometheus con un robot a medio cocer rumbo a un remoto planeta, a tomar por saco en el otro extremo de la Galaxia, que no se cruza con los Guardianes de la Ídem por apenas un par de parsecs. ¡Oh, mierda, he hecho memoria! ¡Me he acordado de semejante bodrio, que la carísima terapia de mi psicoterapeuta neoyorquino había conseguido desechar de mi mente, coño!



   La tripulación de la nave Covenant está compuesta por varias parejas altamente comestibles además del androide Wally (¡mira dónde estaba, el hijoputa!), pero que no pregunte nadie de dónde coño salen, porque no había presupuesto para recrear un puerto espacial como Coruscant, y es como si el androide los hubiera ido recogiendo como autoestopistas, eso sí, al vuelo, con un cazamariposas gigante. Según las órdenes que le han llegado al robot de una voz mecánica salida del limbo informático futuro, que le pone el aceite hirviendo y por eso se comporta como una solterona en un crucero de singles, la misión tiene como objetivo colonizar así, sin orden ni concierto, a lo loco. Que me pregunto yo por qué entonces va a comenzar a tomar por culo del Universo, pudiendo hacerlo por Murcia o La Rioja, pero en fin, qué sabré yo de guiones...



   Al aterrizar en un extraño lugar descubren lo que parece ser un paraíso desconocido, que te falta ver pitufos gigantes para creer que han hecho un reboot de Avatar, pero no. Enseguida verán que los huevos kínder de las películas principales eran sorpresas de Disney Channel comparadas con los bicharracos oriundos del lugar.


   Que a ver, no es por ser tiquismiquis ni nada, pero… ¿No se ha planteado nadie los intereses de esa vocecilla central, que siempre envía a los pobres astronautas a un planeta infestados de monstruos carnívoros? Ahí lo dejo, señores guionistas de Jolivú, para que lo rumien…


viernes, 5 de mayo de 2017

Críticas en screener: El círculo



El círculo:

   Mae Chopupa siempre ha querido trabajar como asalariada en el Círculo de Los que hacen como que leen, que es una empresa de informática de Internet que en realidad no tiene nada que ver con la lectura, pero como que aprovechó el tirón del nombre de la empresa cuando esta quebró y ya tenían las estructuras hechas. El ahorro en becarios no es moco de pavo, que en la época en la que tiene lugar esta historia, ya no gobierna Rajoy, y parece que los sueldos vuelven a ser más o menos dignos para un chaval que está empezando. Así que cuando Mae recibe la llamada para comunicarle que la han contratado, está a puntito de hacerse pis encima como los perrillos pequeños por los pasillos cuando los llevan a una casa por primera vez.


   A primera vista, la empresa parece la leche, porque ofrece lo mismo que Tinder o Badoo, pero poniendo tus preferencias para rechazar a los feos directamente en lugar de molestarte en darle con el dedo a la pantalla. Un adelanto sublime en la tecnología para el ser humano de la época, vamos, la evolución padre. Eso sí, tanta modernidad y el estar a la última exigen un sacrificio, por lo que el sistema también se preocupa de encadenar dichas operaciones con pequeñas transferencias al banco desde la cuenta del usuario, nada, futesas de apenas un par de cientos de maravedís cósmicos (la moneda oficial del año en cuestión). Además, la charla de Jorge Cuadrado, a la sazón el líder de la sect… de la Organización el día en que entran a formar parte de semejante gigante es un hito en sus vidas, como cuando se te llanaban las vidas del Candy Crush sin tener amigos para pedir.


   Y claro, al principio Mae está entusiasmada porque tiene en su mano los perfiles de todos los adonis de la red, y encima en los descansos de su curro sus compañeras y ella hacen competiciones de rayuela y pídola, que por lo que parece se han vuelto a poner de moda, por lo de hacer eso que en el siglo XXI se llamaba ejercicio. ¡Cómo eran, los del siglo XXI!
   Pero claro, lo que parecía fetén para encontrar novio no resulta tan sencillo, porque lo que para los tíos es un descarte automático, para las chicas no tanto. Al fin y al cabo, en una sociedad como esa, los tíos follan menos que los amigos de juventud de Julio Iglesias, y les vale todo, de modo que siempre dicen que sí a cualquier chica, y el sistema se vuelve loco intentando encontrar un método para filtrar a los babosos y quedarse con los hercúleos que no mienten en sus perfiles.

   La película es una dura crítica social al gobierno del PP en los albores del siglo XXI, como cualquiera con criterio podría apreciar. Y sale Hermione, que quiera que no le da valor para la juventud, que no hay que subestimar a la cantidad de adolescentes que tuvieron sus primeros escarceos onanísticos con la escena de la tercera película en la que enseñaba un pedacito de rabadilla. Un éxito de público y de crítica en sus dos primeros minutos.