Piratas del Caribe. La venganza de Salazar:
La película de piratas definitiva. Jack
Sparrow tiene que vérselas con el Chacho Salazar, un pirata gitano que siempre
ha ido por todos los océanos desvalijando carabelas y bergantines como si no
hubiera Guardia Civil en el mar. Pero la hay, aunque sea con barcazas de remos
con la que es complicao pillar a los malos, y termina en la cárcel del
Triángulo del Diablo, cumpliendo condena como un cabeza de turco de partido
político cualquiera. Y claro, cuando escapa, va como un toro por los océanos,
porque se ha enterao de que una vez en una taberna Jack se llevó al huerto a
una prima, y ya aprovecha Salazar el ir yendo por ahí al hurgue con lo de buscar
al otro pirata para lo que viene siendo la venganza de la afrenta familiar.
Lo
que pasa es que es difícil pillar al protagonista, no ya tanto por la “fragatoneta”
que lleva Salazar, sino porque como va acompañada por los barcos de toda la
familia, que en lo de las afrentas está muy unida como todo buen clan, pues los
movimientos los tienen limitados, y Sparrow se puede escapar colándose por
cualquier atolón.
Pero al final, por pura pesadez, se
convierte en un coñazo escapar de Salazar, por lo que Jack buscará una solución
definitiva. Para resolver la afrenta, tendrá que hacerse con el Tridente de
Poseidón y vendérselo a la familia de la prima gitana para la chatarra; pero,
para encontrarlo, tendrá, casualmente, que unirse a los antiguos compañeros de
las cuatro películas anteriores (que resulta que en el mundo de la película no
debe haber ciudades grandes donde te cruces con alguien y no le vuelvas a ver),
y correr un montón de peripecias absurdas durante dos horas de metraje, porque
la licencia del nombre les ha salido muy cara a los de Hollywood, que las de
Azúcar Moreno se han puesto con el apellido que déjelas ir. Y eso que no se
enteraron del argumento, ¡que si no aún están pidiendo derechos de autor!
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