viernes, 12 de mayo de 2017

Críticas en screener: Alien covenant



Alien covenant:

   A ver, hagamos memoria: Habíamos dejado Prometheus con un robot a medio cocer rumbo a un remoto planeta, a tomar por saco en el otro extremo de la Galaxia, que no se cruza con los Guardianes de la Ídem por apenas un par de parsecs. ¡Oh, mierda, he hecho memoria! ¡Me he acordado de semejante bodrio, que la carísima terapia de mi psicoterapeuta neoyorquino había conseguido desechar de mi mente, coño!



   La tripulación de la nave Covenant está compuesta por varias parejas altamente comestibles además del androide Wally (¡mira dónde estaba, el hijoputa!), pero que no pregunte nadie de dónde coño salen, porque no había presupuesto para recrear un puerto espacial como Coruscant, y es como si el androide los hubiera ido recogiendo como autoestopistas, eso sí, al vuelo, con un cazamariposas gigante. Según las órdenes que le han llegado al robot de una voz mecánica salida del limbo informático futuro, que le pone el aceite hirviendo y por eso se comporta como una solterona en un crucero de singles, la misión tiene como objetivo colonizar así, sin orden ni concierto, a lo loco. Que me pregunto yo por qué entonces va a comenzar a tomar por culo del Universo, pudiendo hacerlo por Murcia o La Rioja, pero en fin, qué sabré yo de guiones...



   Al aterrizar en un extraño lugar descubren lo que parece ser un paraíso desconocido, que te falta ver pitufos gigantes para creer que han hecho un reboot de Avatar, pero no. Enseguida verán que los huevos kínder de las películas principales eran sorpresas de Disney Channel comparadas con los bicharracos oriundos del lugar.


   Que a ver, no es por ser tiquismiquis ni nada, pero… ¿No se ha planteado nadie los intereses de esa vocecilla central, que siempre envía a los pobres astronautas a un planeta infestados de monstruos carnívoros? Ahí lo dejo, señores guionistas de Jolivú, para que lo rumien…


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