lunes, 30 de enero de 2017
viernes, 27 de enero de 2017
Críticas en screener: Múltiple
Múltiple:
Desde pequeñito, Kevin José sufre trastorno
de personalidad múltiple (DID), porque su madre quedó embarazada de septillizos
pero cual pequeño tiburón el chavalín fagocitó al resto de sus hermanitos antes
de nacer, y claro, los tiene a todos dentro. Así que por dentro el chaval
parece el patio común de La que se
avecina. Dentro de él conviven un montón de identidades diferentes, como un
francés transexual, un camionero polaco, el espíritu de Doña Rogelia, una
dominatrix alemana con bigote o el resto del ego de Alberto Chicote que no le
cabe en su propio cuerpo y se ha de buscar una nueva alma que colonizar. Para
hacer frente a su esquizofrenia, Kevin José acude regularmente a la consulta de
la psiquiatra Casilda Fletcher, pero como cada vez entra en la consulta una
personalidad diferente, pasan meses entre sesiones para cada una de las
personalidades y la verdad, el tratamiento tiene el mismo efecto que intentar
pescar con barreno en un charco.
Lo malo es que, un buen día, un par de las
personalidades de Kevin José, en concreto la dominatrix alemana y el pedazo de
ego de Chicote deciden que se aburren dentro de la personalidad principal, que
es más aburrido que leer la biblia con 13TV de fondo. Las personalidades
alternativas toman el control del chaval, y se ponen a secuestrar doncellas
como si vinieran de regalo con los packs del dominical de El País. Las prisioneras
van aumentando en número día a día, hasta el punto de que se ven forzadas a
convocar elecciones para elegir una alcaldesa, porque la convivencia en el
búnker donde están retenidas se hace insoportable con tanta señorita junta. Las
elecciones las gana la joven Avutarda María de los Fardos y Cascote por mayoría
simple.
Como representante de las prisioneras
secuestradas habla con Kevin José con la intención de avisarle que a este paso
se va a montar una buena huelga, por falta de espacio de convivencia en su
lugar de reclusión, que ya va siendo hora de dejar escapar a alguna, y que si
no la película se va a convertir en una de Coixet, y no es plan.
Al final, todas las personalidades de Kevin
José le abandonan hastiadas de tanta chica junta, que no hay quien las aguante
cuando se ponen a quejarse juntas, hombre por Dios, con lo bien que viven ellos
que son tantos y en sólo cuerpo… Pero ellas no, señor: Que si se están
perdiendo MYHYV, que si en GH al menos hay expulsiones y aquí no y se aburren,
que si esa otra me ha tocado el culo… Vamos, que al pobre chaval se le desgaja
el cuerpo en partes como si se reprodujese por esporas, y cada una de las
partes huye a una esquina del planeta. No os vayáis cuando salgan los títulos
de crédito de la película, que hay una escena añadida, en la que se ve que la
psicóloga Casilda María incorpora la técnica de secuestrar decenas de doncellas
adolescentes como terapia para los desórdenes de personalidad múltiple, con
notable éxito internacional.
miércoles, 25 de enero de 2017
lunes, 23 de enero de 2017
viernes, 20 de enero de 2017
Críticas en screener: xXx Reactivated
xXx Reactivated:
Xander Clander, alias xXx, o superempate, como le llaman sus amigos
más cabrones, es un cani más puesto de anabolizantes que toda la delegación de
atletismo rusa junta desde el año 2000. Debido a ello, aparte de
quedarse con menos pelo que el culo de Mickey Mouse, al chaval le ha dado por
romper las normas establecidas, ya ves tú, que no podría haberle dado por hacer
macramé o algo productivo. Pero eso sí, colabora como agente encubierto del
gobierno americano, que para eso de contratar a locos se las gasta pardas,
porque total, si les explotan los activos tiene otros esperando en el siguiente
corredor de la muerte. Porque oye, otra cosa no, pero el estar en el pasillo te
predispone a escuchar ofertas que no veas.
Tras un fatídico incidente, en el que aparte
de desaparecer media Mongolia, dos excursionistas de Logroño y un vasco que
estaba paseando, parece que él mismo es dado por muerto, Xander Clander decide
pasar a la clandestinidad de la clandestinidad junto a su agente instructor Agustín
Grijánder, que aparte de pertenecer a la CIA, se esconde bajo la identidad del
médico personal de Chiquito de la Calzada.
Así, Xander puede dedicarse a desfacer
entuertos de los gordos sin rendir cuentas a nadie más que a Samuel L. Jackson,
que es como el enlace de la omnipresencia de Dios en todas las películas
americanas. Juntos, Xander Clander y Grijánder/Samuel L. Jackson le seguirán la
pista a Xing Xang, un guerrero chino responsable de la invención de los gatos
que saludan con la mano, y los salones de pintarse las uñas que consideran que
el final feliz es que la laca te quede bien puesta. Vamos, un malote de los de
hacerse los antifaces con las aberturas de los ojos más estrechas todavía de lo
habitual de la mirada de malo que tiene.
La cosa es difícil de narices, porque si ya
de por sí distinguir los chinos es complicado, si encima se ponen traje de
camuflaje ya es trabajo de Rappel. Para colmo, el chinito feliz es el orgulloso
propietario de un arma de destrucción big XXL que le tocó en una máquina de las
de gancho, conocida como La Caja de
Pandola, que debe de ser algo así como una mathroska infinita, de cajas
dentro de cajas dentro de cajas… Que te pones a abrirlas y te da un colapso de
no acabar nunca. Así que la historia tiene tintes como de que no va a quedar
vivo ni Jordi Hurtado al final del metraje, pero como Xander es el bueno a
pesar de todo, después de quitarse de encima las hordas de modelos
internacionales de pechos operados que se le vienen encima como virutas de hierro
a un imán se acerca sibilinamente al chino y le cuenta un chiste. Con la risa,
al malote se le rajan las entretelas desde las comisuras de los ojos y termina
explotando en una genial alegoría de las Fallas de Valencia, si las Fallas
fueran todo sangre, trozos de tripa e intestinos en lugar de fuego y muñecos de
madera. La película es muy naif, como habéis podido comprobar, llevad pañuelos.
Yo os aviso, en el chino, tles paquetes,
un eulo.
miércoles, 18 de enero de 2017
lunes, 16 de enero de 2017
viernes, 13 de enero de 2017
Críticas en screener: La ciudad de las estrellas. La La Land
La ciudad de las estrellas. La La Land:
Mia Umiau es una choni americana. Vamos, que
en lugar de moño y rayas de tigre usa teñido rubio con sombrero de paja y
vestidos de tirantes sin sujetador, pero que aun así es seguidora online de
Camela desde sus inicios, y se pone las botas de estiércol de plataforma para
montar en el tractor. Y claro, al haber crecido viendo las películas de Mario
Casas y Sálvame edición México (que también presenta Jorge Javier, por si
alguien no lo ha visto), amén de Mujeres y Hombres americanos y Viceversa, su
sueño es el de todas las pobladoras de la campiña profunda estadounidense:
Debutar en la meca del sueño hollywoodiense, chuscarse un secundario cachas con
el pelo aerodinámico, y vivir de las rentas en un apartamento en un barrio
cuqui de Los Ángeles, como si lo hubiera mamado desde pequeñita, en lugar de...
Al llegar, ostión sin santificar de realidad en la jeta entre audiciones,
porque resulta que la comida no se pone sola en el plato como en casa de mamá
granjera, se ve forzada a ganarse la vida como camarera en un pub en el que las
trabajadoras no llevan sostén (que en esto se basaron para contratarla, que ya
tenía ella experiencia), y las faldas son de rayas pero de cebra (que son como
las de tigre, pero iban más con la decoración del local), mientras se presenta
a montones de pruebas de casting como si no costara, teniendo la misma suerte
que Belén Esteban a la puerta de la Biblioteca Nacional pidiendo guerra.
En la ciudad, casualidades de la vida, oye,
también está por otro lado Sebastián, que es un pianista que se parece al
payaso de Micolor pero con el pelo todo pajizo, que vive de las actuaciones de
segunda que le salen para programas de cine de Granja, está hasta los huevos de
que le pidan que toque la del cangrejo de La Sirenita, y su sueño es ganar
dinero para teñirse de negro y regentar su propio club (si puede ser de
alterne, que luego las noches le saldrían gratis, siendo el jefe) donde rendir
tributo al jazz más puro, con otros músicos negros tocando un montón de
instrumentos al azar, como si no costara, que siempre les queda todo bien
tocando al buen tun-tun a esos malditos…
Como no podría ser de otro modo, que si no
vaya mierda de argumento, los destinos de Mia y Sebastián se cruzarán, que no
vamos a contar las vidas de dos personas mezclando planos para que no se crucen
en toda la película, imagínate entonces, toma guionista pagado a tocateja… Y la
pareja descubrirá el amor y los calambres, ella el significado virtual de lo
que es la cobra, aparte de las víboras que conocía que le arruinaban a su padre
la plantación de lechugas; y él el efecto velcro, que al final la chica ya
hemos dicho que viene de donde viene, y las maquinillas de afeitar las
utilizaba para quitarles los pelillos a los pedazos de corteza de cerdo cuando
hacían barbacoa en los terrenos tras el granero de los Sullivan.
Establecerán un vínculo amor-odio que hará
florecer (a ella) y luego poner en entredicho las aspiraciones de ambos, que no
se entiende muy bien por qué, si se quieren dedicar más o menos a lo mismo...
¡Que monten un dúo, como Cruz y Raya o Los Morancos! Al final, de tanto jugar
al ratón, el gato, la cobra y la zorra, terminan creando coreografías de arte
abstracto, y en ese momento el sentido arácnido de los frikis de Hollywood se
activa como los sensores de las cisternas automáticas cuando hacen pis en los
baños de los estudios, y se lanzan todos a una caza indiscriminada de ambos
donceles por las calles de los barrios en los que mejor de la luz de fondo
cuando se pone la cámara en posición estratégica. Los dos se hacen famosos, hay
banderas enormes americanas colgando por doquier, y tras pasarse de moda el
momento musical, como le pasó a todas las películas que se rodaron en blanco y
negro al año siguiente de que le dieran el Oscar a The Artist, todo el mundo se
come un mojón y como ella ya se ha quedado embarazada se ha de volver a casa de
mamá granjera a enseñarle al pollo que las cobras de campo pican que se matan,
las jodías.
jueves, 12 de enero de 2017
Piqué interrumpe la representación de Hamlet en el Liceu para quejarse al árbitro
Piqué
interrumpe la representación de Hamlet en el Liceu para quejarse al árbitro:
Por: Hermenegildo Señor Equis.
La pasada noche se vivió un esperpéntico
episodio en el estreno de una nueva representación de la obra Hamlet en el Gran
Teatre del Liceu de Barcelona, a la que asistían numerosas personalidades de la
política y la vida social catalana. Ya de entrada, en el photocall previo por
el que desfilaba todo el personal para atender a los medios, el jugador del F.
C. Barcelona sorprendió acudiendo junto a Shakira vestido con la primera
equipación oficial de su equipo, y preguntando a los periodistas apostados
junto a la alfombra roja si habían visto a Tebas o alguien en representación
del Colegio de Árbitros. Ante la negativa global de los allí presentes, el
defensa entró a ocupar su localidad murmurando para sí mismo en voz baja,
aunque los micrófonos de ambiente pudieron captar algunas palabras sueltas,
tales como “no ha tenido cojones de venir”, “periodistas de la caverna” o “qué
buena está esa azafata”.
Pero lo más sorprendente estaba por llegar.
Se representaba el segundo acto de la obra cuando, en el momento más tenso,
aquel en el que muere el rey Duncan, Piqué se levantó al grito de “¡vamos,
hombre, árbitro, menudo piscinazo, ni le han rozado!”. Tras darse cuenta que se
había hecho un absoluto silencio, incluso más denso que con la representación
de la obra, el defensa comenzó a señalar alrededor de sí con el dedo extendido,
bajo la avergonzada mirada de su mujer, mientras continuaba gritando: “¡Te lo
digo a ti, Tebas, que por aquí debes de andar! ¡Esto es una campaña clarísima,
orquestada junto al gremio de tramoyistas!”. Y, señalando al cajón del
apuntador: “¡Tú has sido testigo, lo has visto tan bien como yo! ¡O eso o es
que también estás comprao!”. Tras lo que fue expulsado del edificio de la Ópera
bajo una clara división de opiniones entre pitos y aplausos.
Shakira se quedó a
ver el final de la obra, murmurando alguna excusa que nadie pudo entender.
“Pensamos que entonaba alguna nueva canción compulsivamente por los nervios del
momento, o que estaba aprendiendo euskera. Pero al poner la grabación a cámara
lenta, se puede adivinar algo parecido a ‘waka-perdón-waka-waka’ o algo así”,
ha declarado el portavoz del edificio que nos ha cedido las imágenes del
incidente.
miércoles, 11 de enero de 2017
lunes, 9 de enero de 2017
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