xXx Reactivated:
Xander Clander, alias xXx, o superempate, como le llaman sus amigos
más cabrones, es un cani más puesto de anabolizantes que toda la delegación de
atletismo rusa junta desde el año 2000. Debido a ello, aparte de
quedarse con menos pelo que el culo de Mickey Mouse, al chaval le ha dado por
romper las normas establecidas, ya ves tú, que no podría haberle dado por hacer
macramé o algo productivo. Pero eso sí, colabora como agente encubierto del
gobierno americano, que para eso de contratar a locos se las gasta pardas,
porque total, si les explotan los activos tiene otros esperando en el siguiente
corredor de la muerte. Porque oye, otra cosa no, pero el estar en el pasillo te
predispone a escuchar ofertas que no veas.
Tras un fatídico incidente, en el que aparte
de desaparecer media Mongolia, dos excursionistas de Logroño y un vasco que
estaba paseando, parece que él mismo es dado por muerto, Xander Clander decide
pasar a la clandestinidad de la clandestinidad junto a su agente instructor Agustín
Grijánder, que aparte de pertenecer a la CIA, se esconde bajo la identidad del
médico personal de Chiquito de la Calzada.
Así, Xander puede dedicarse a desfacer
entuertos de los gordos sin rendir cuentas a nadie más que a Samuel L. Jackson,
que es como el enlace de la omnipresencia de Dios en todas las películas
americanas. Juntos, Xander Clander y Grijánder/Samuel L. Jackson le seguirán la
pista a Xing Xang, un guerrero chino responsable de la invención de los gatos
que saludan con la mano, y los salones de pintarse las uñas que consideran que
el final feliz es que la laca te quede bien puesta. Vamos, un malote de los de
hacerse los antifaces con las aberturas de los ojos más estrechas todavía de lo
habitual de la mirada de malo que tiene.
La cosa es difícil de narices, porque si ya
de por sí distinguir los chinos es complicado, si encima se ponen traje de
camuflaje ya es trabajo de Rappel. Para colmo, el chinito feliz es el orgulloso
propietario de un arma de destrucción big XXL que le tocó en una máquina de las
de gancho, conocida como La Caja de
Pandola, que debe de ser algo así como una mathroska infinita, de cajas
dentro de cajas dentro de cajas… Que te pones a abrirlas y te da un colapso de
no acabar nunca. Así que la historia tiene tintes como de que no va a quedar
vivo ni Jordi Hurtado al final del metraje, pero como Xander es el bueno a
pesar de todo, después de quitarse de encima las hordas de modelos
internacionales de pechos operados que se le vienen encima como virutas de hierro
a un imán se acerca sibilinamente al chino y le cuenta un chiste. Con la risa,
al malote se le rajan las entretelas desde las comisuras de los ojos y termina
explotando en una genial alegoría de las Fallas de Valencia, si las Fallas
fueran todo sangre, trozos de tripa e intestinos en lugar de fuego y muñecos de
madera. La película es muy naif, como habéis podido comprobar, llevad pañuelos.
Yo os aviso, en el chino, tles paquetes,
un eulo.
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