viernes, 20 de enero de 2017

Críticas en screener: xXx Reactivated



xXx Reactivated:

   Xander Clander, alias xXx, o superempate, como le llaman sus amigos más cabrones, es un cani más puesto de anabolizantes que toda la delegación de atletismo rusa junta desde el año 2000. Debido a ello, aparte de quedarse con menos pelo que el culo de Mickey Mouse, al chaval le ha dado por romper las normas establecidas, ya ves tú, que no podría haberle dado por hacer macramé o algo productivo. Pero eso sí, colabora como agente encubierto del gobierno americano, que para eso de contratar a locos se las gasta pardas, porque total, si les explotan los activos tiene otros esperando en el siguiente corredor de la muerte. Porque oye, otra cosa no, pero el estar en el pasillo te predispone a escuchar ofertas que no veas.


   Tras un fatídico incidente, en el que aparte de desaparecer media Mongolia, dos excursionistas de Logroño y un vasco que estaba paseando, parece que él mismo es dado por muerto, Xander Clander decide pasar a la clandestinidad de la clandestinidad junto a su agente instructor Agustín Grijánder, que aparte de pertenecer a la CIA, se esconde bajo la identidad del médico personal de Chiquito de la Calzada.


   Así, Xander puede dedicarse a desfacer entuertos de los gordos sin rendir cuentas a nadie más que a Samuel L. Jackson, que es como el enlace de la omnipresencia de Dios en todas las películas americanas. Juntos, Xander Clander y Grijánder/Samuel L. Jackson le seguirán la pista a Xing Xang, un guerrero chino responsable de la invención de los gatos que saludan con la mano, y los salones de pintarse las uñas que consideran que el final feliz es que la laca te quede bien puesta. Vamos, un malote de los de hacerse los antifaces con las aberturas de los ojos más estrechas todavía de lo habitual de la mirada de malo que tiene.

   La cosa es difícil de narices, porque si ya de por sí distinguir los chinos es complicado, si encima se ponen traje de camuflaje ya es trabajo de Rappel. Para colmo, el chinito feliz es el orgulloso propietario de un arma de destrucción big XXL que le tocó en una máquina de las de gancho, conocida como La Caja de Pandola, que debe de ser algo así como una mathroska infinita, de cajas dentro de cajas dentro de cajas… Que te pones a abrirlas y te da un colapso de no acabar nunca. Así que la historia tiene tintes como de que no va a quedar vivo ni Jordi Hurtado al final del metraje, pero como Xander es el bueno a pesar de todo, después de quitarse de encima las hordas de modelos internacionales de pechos operados que se le vienen encima como virutas de hierro a un imán se acerca sibilinamente al chino y le cuenta un chiste. Con la risa, al malote se le rajan las entretelas desde las comisuras de los ojos y termina explotando en una genial alegoría de las Fallas de Valencia, si las Fallas fueran todo sangre, trozos de tripa e intestinos en lugar de fuego y muñecos de madera. La película es muy naif, como habéis podido comprobar, llevad pañuelos. Yo os aviso, en el chino, tles paquetes, un eulo.


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