viernes, 2 de febrero de 2018

Críticas en screener: ESPECIAL GOYA 2018


ESPECIAL GOYA 2018:
El autor:
   Álvaro Medinadelcampo Ordóñez es un señor anodino que trabaja como diseñador de carcasas de bolígrafos para una marca blanca de material de oficina (es que no podemos decir BIC por si acaso los derechos…). Vamos, que se aburre como el corrector ortográfico de Pérez-Reverte. De modo que, cuando llega a esa edad en la que se tiene una crisis de las de pensar que te vas al otro barrio sin que ni tus vecinos conozcan ni tu nombre, se toma en serio su deseo más oculto desde que en el último curso del colegio le escribía cartas a La Vane, pero que ella nunca entendía porque aunque tenían la misma calidad que los bolsos expuestos en las mantas del paseo marítimo (los de Luis Buitón), no estaban llenas de faltas de ortografía, que era el único idioma que entendía La Vane (y, bueno, también había alguna que otra manchita blanquecina por ahí que impedía distinguir algunas palabras, pero eso ahora creo que no viene al caso…).
   Vamos, que el Autor AMOR (como se llama Álvaro a sí mismo en la intimidad de su escritorio. Por sus iniciales, obviamente…) desea a toda costa ser escritor, pero todo lo que escribe es una mierda como el saco de un granjero después de limpiar el gallinero. La gracia es que su mujer, Carlota Bromúrez Navarrete (a la que con el avanzar de la película se la conoce como Autora CABRONA. Por sus siglas también, aunque no sólo por eso…), que tiene peor gaita que el encargado de mantenimiento de la báscula de Gérard Depardieu, cuando se entera de que su marido cree haber entrado en la espiral de creación de la mejor novela de lo que va de siglo, decide trollearle, y ella misma se pone a la tarea de sonsacarles a las musas la bolsa o la vida, y de la noche a la mañana escribe el magnífico TimoTEO se encuentra a La Vane, como una venganza personal porque sabe de las filias de su marido desde el colegio. Y resulta que en dos fines de semana está número uno en las listas de ventas de todas las librerías que su marido no ha conseguido sobornar para que lo cambien.
   Como venganza, Autor AMOR decide entonces acusar a su mujer de impúdica, y de adúltera por haberse acostado con el novio de La Vane, pensando que ya que está, va a matar dos pájaros de un tiro. A la vez que el divorcio de su señora le va a salir por un pico porque le va a pedir la mitad de las rentas del best seller, también conseguirá que La Vane, pasados los años, rompa su relación con El Rulas que tanto le hizo sufrir aquel verano en que acabaron la EGB, y acabe en sus brazos, lo que seguro, seguro, que sí que le sirve de inspiración para escribir esa novela que ni Carlos Ruíz Zafón borracho se imaginaría.
   Y de hecho, consigue un doble objetivo: No solo su mujer le deja por gilipollas y no ve un duro del divorcio, sino que El Rulas y su banda de moteros ultras le esperan a la salida de la fábrica de bolígrafos y le meten tal paliza que para volver a escribir tendría que aprender a hacerlo con las encías. En la última escena se ve a Álvaro llorando, mirando desde la distancia cómo su ex mujer entra en una relación abierta con La Vane y El Rulas en medio del inmenso jardín de la mansión que se ha comprado la Autora CABRONA con los dividendos de su éxito editorial.

Verano 1993:
   Frida Dida acaba de perder a su marido, que trabajaba como encargado de mantenimiento de la báscula de Gérard Depardieu, y se acaba de suicidar. En el velatorio, como tiene mucha familia y cada uno insiste en que para sobrellevar la pérdida lo mejor es tomarse un vasito de un licor distinto, la reciente viuda termina con una curda del catorce, y se pone a recordar el verano en que perdió a su padre, que trabajaba como encargado de mantenimiento de la báscula de Marlon Brando, y se suicidó. Su madre se cogió tal curda en el velatorio que tuvieron que llevársela a una cura de desintoxicación, y ella terminó pasando el verano en el pueblo de la serranía de Cuenca en el que vivían sus abuelos, que por otro lado era lo mismo que hacía todos los años en verano cuando acababa el colegio. El año era 1993, y la película son como dos horas de escenas de una niña sentada en un poyete a la vera del camino de salida del pueblo, viendo pasar ovejas, pasando calor, tirando piedras y en un alarde de efectos especiales, una escena persiguiendo mariposas por en medio del sembrao del Tío Paco. Lo de los efectos especiales fue necesario para quitar al Tío Paco digitalmente de las escenas, porque por mucho que le insistieran en que le iban a pagar por pisar el sembrao en la grabación de la escena, cada vez que el director gritaba ¡Acción! Y la niña se ponía a correr por los surcos de tierra, el Tío Paco salía corriendo detrás enarbolando la garrota. 

La librería:
   Corre el año 1959 en un pueblo perdido en la serranía de Cuenca. Paco, un labriego en toda su lozanía de chavalote con tierras y posible futuro terrateniente en la posguerra, conoce a Florencia Verding Eramivalling en un viaje a Londres que le toca en el Un, Dos, Tres. Ella es la viuda de un soldado que luchó casualmente contra Paco en la guerra, y se conocen en un atasco de los de la capital londinense. Se enamoran, por esas cosas que tantísimas veces vemos en la vida real que pasan, y ella se muda al pueblo con Paco, con la idea de cumplir su sueño de pequeñita, que no es otro que abrir la primera librería de la zona.
   Pero la vida no es fácil para la pareja, porque si bien a Paco le van muy bien las cosas con sus terrenos y sus ovejas, y prospera tanto que a poco le comienzan a llamar Tío Paco, que es el paso anterior a ser terrateniente en los pueblos de la posguerra en España, a Florencia las cosas no le van bien, ya que desde que montó la librería Fucking España no ha tenido ni un cliente, y de hecho algunas de las mozas del pueblo le tiran piedras cuando la ven por la calle porque les ha quitado el amor de Paco, y ellas ya se veían llevando la mantilla cara a las fiestas del pueblo del brazo del único hombretón lozano y próspero de toda la comarca. Vamos, que la librería permanece abierta para que vaya el maestro del pueblo a comprar tizas, y poco más.
   Al final, en un flashforward preciosísimo, se puede ver cómo los hijos del Tío Paco y Florencia se hacen millonarios con el éxito mundial de TimoTEO se encuentra a La Vane, a la sazón el único libro publicado por la marca Fucking España, librería reconvertida en editorial a la que por lo que fuese nunca se presentó ningún manuscrito salvo ese, y decidieron publicarlo porque era muy bonito…

Handia:
   País Vasco, año 1836. Ya está. Esto es todo lo que puedo decir de esta película, porque joder, es que está rodada en vasco y yo no me lo sé. Son noventa minutos de vascos haciendo cosas de vascos en el pueblo, tomando chatos de los de la época, que debían de ser de lejía con orujo o algo así, y jugando a pelota y derribando montañas a pellizcos. Creo.

Verónica:
   En el Madrid de los años 90, con los coletazos de La Movida, una niña llamada Gertrudis Eduvigis se muda con su familia, la madre y sus catorce hermanos a un pisito de cuarenta metros del centro de la capital. La madre muere, o se va, no está claro, porque como la película está rodada toda a oscuras por lo de los sustos, no queda claro lo que le pasa. El caso es que Gertrudis Eduvigis ha de hacerse cargo, como la mayor que es, de su familia, pero es que en esa época en el aire había restos hasta de kriptonita, de lo que se había fumao todo el mundo mientras escuchaba a un montón de grupos de nombres hoy ridículos, pero en su momento más molones que los años de Fernando Alonso en Renault (que en una película de terror, podría haber tenido cabida Fernando Alonso en cualquiera de todos los años posteriores a Renault y habría pegado perfectamente, lo que pasa es que en esa época todavía estaba en pañales, el chaval). Entonces, a los hermanos de la protagonista les empiezan a acosar unos espectros de lo más raros.
   Al más pequeño se le presenta el fantasma de un señor vasco con una boina enorme, que le dice algo, pero como es en vasco el chaval no lo entiende, y le asusta mucho porque tiene las manos muy grandes y el niño cree que le quiere pegar, y una torta de esas manos le mandaba con su madre, que el chico no sabía dónde estaba, pero como iba a dar la vuelta al mundo volando, dejaría de verla…
   A las dos niñas mellizas se les aparece un señor vestido de militar inglés y un pastor. Pero las niñas tampoco los entienden, uno porque es inglés y las niñas no saben, y el pastor porque habla con acento cerrao de Cuenca y tampoco es que se diferencie mucho del inglés.
   Y al mayor, de un par de años menos que Gertrudis Eduvigis, se le aparecen varias señoras que hablan todas a la vez y por eso tampoco se les entiende, gritando no sé qué de una librería, un libro de un tal TimoTEO, y del tamaño del no sé qué de El Rulas.
   Vamos, que entre la oscuridad y que a nadie se le entiende lo que dice en la película, lo que nadie entiende es por qué coño se la ha nominado a los Goya. Debe ser que no se han hecho más películas en España este año, seguramente…

   ¿Qué? ¿Qué si la protagonista se llama Gertrudis Eduvigis por qué la película se llama Verónica? ¡Y yo qué sé! Puede ser porque el director por sus santos cojones quisiera ponerle el nombre de su novia a la película a ver si mojaba, o porque el nombre de la protagonista es feo de cojones y no iba a ir nadie a verla al cine (que con Verónica tampoco es que…). Total, tal y como es España, y como no se entiende nada, seguro que el Goya se lo lleva ésta, y ya en el discurso si eso que os lo expliquen ellos, que me ha llegado la hora de irme a comer…

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