EL CONTABLE:
Viridiano Peláez Lobito es un ejemplo
práctico de en lo que se ha convertido el sistema educativo de hoy día: Según
los conocimientos adquiridos que se le activen en cada momento del día en el
cerebro, lo mismo te resuelve la conjetura de Poincaré que se pone como Rain
Man a contar los palillos en un pasillo del Carrefour, así, moviéndose adelante
y atrás como los perrillos de la bandeja de atrás del coche. Pero ya no es
únicamente eso, sino que, teniendo en cuenta que estamos hablando de LOGSE,
LOCE, LOMCE, LODE, LOE, etc., lo raro es que no estemos todos como un pastor de
grillos y sea sólo un caso aislado, el de Viridiano. Así que descubrimos,
derivado de ello en un primer giro de guión igual de sorprendente que las
exclusivas del Sálvame Naranja, que también es un asesino a sueldo, porque
vivir del sueldo siendo un genio matemático está complicadito en según qué
lugares.
Al ser un trastornao, la única forma que
tiene Viridiano de mantener un poco el control en la vida, Biodraminas aparte,
es ser un insensible obsesivo compulsivo, lo que pronto le granjea interesantes
amistades entre los políticos más relevantes del país, a los esas habilidades
les van fetén para controlar a las masas (bueno, y quizá para llevar la
contabilidad B también, y para eliminar, digamos, bloqueos políticos, que es lo que tiene ser un genio matemático
asesino además de un asqueroso, ejem…) Vamos, que a poco que se lo proponga,
Viridiano se convierte en imprescindible como la black list del móvil, y eso da mucho peso al guión de la peli
(impagables los planos de doce minutos de reloj tensando el gatillo cada vez
que va a disparar el pollo, todo tensión, cálculo de variables y dicotomías
éticas él)
Como era de esperar, al final a Viridiano le
pilla la crisis y la cosa da un segundo giro de guión que ni los de Ciudadanos
en un pacto de gobierno. Con la moda de cantar en juicios públicos, los políti…
La gente de por ahí ya no requieren
los servicios armados del mozo, y con los recortes en Educación, hasta un
inspector viene a borrarle todo lo escrito en la pizarra cuando tan sólo le
faltaba poner el punto a la explicación del Problema del Milenio de Poincaré,
sin atenerse al millón de euros de razones que nuestro protagonista le
intentaba promulgar en un esfuerzo ímprobo por comunicarse con otro ser humano
verbalmente. A Viridiano se le va la olla del todo, que en un contraplano en
blanco y negro hasta se aprecia el vapor de la presión salir por casi todos sus
orificios, y a pesar que le llueven las ofertas como profesor de instituto en
varios países del extrarradio de Europa, y más ofertas como, ejem, limpiador en las costas de Italia, él
prefiere quedarse en su país, en un esfuerzo patrio por dedicarse a uno de los
deportes más arreigados en los convulsos últimos tiempos…

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