viernes, 28 de abril de 2017

Críticas en screener: Guardianes de la Galaxia, vol. 2



Guardianes de la Galaxia Vol. 2:

   “La Galaxia” es grande de cojones, las cosas como son, así de entrada. Pero es que, además, no estamos hablando de una galaxia así, según sales al vacío del cosmos a la derecha, porque el que puso el título a la película lo que es de ciencia iba justito. Hablamos de TODAS las galaxias del Universo conocido, hasta donde te dé el queroseno de la aeronave más diésel del momento. Que ya es espacio profundo para guardar.
   Así que, si ya de por sí hay más espacio que en las naves de los IKEA, encima parece ser que lo de que si estamos solos en el Universo y demás zarandajas que nos planteamos en los principios de este siglo en la Tierra es un mojón de pregunta, y los diversos planetas esparcidos por doquier en el billar gigantesco que hemos delimitado tienen más habitantes que los chalés de Torrevieja en la época dorada del “Un, dos, tres”. Hay más bichos que en la alfombra de la Familia Addams… Y resulta que hay más malotes que buenos, porque si no la cosa no tendría gracia.


   Y ahí que va el grupo de Eulen que se formó en la película original, mapache y brote de soja con maceta incluidos, sembrando la paz a golpe de guantás con la mano vuelta de planeta en planeta, que ríete tú de los inicios de Anakin Skywalker, midiclorianos van, midiclorianos vienen. Es una verbena andaluza, el cosmos.  Así, Pedrito Quisquillas, el humano del grupo, se ha hecho novio de la nenufariana verde lechuga (que, salvo ser del color de las ranas, está para cogerla y enseñarle la parte de debajo de los colchones de la nave, las cosas como son), y claro, lo de formalizar las relaciones en el campo gitano que hemos dicho antes no es sencillo, y encontrar al padre del pollo, un tal Estrellito Castrao, no va a ser fácil mientras que barren a los borrachos estelares de las cunetas cósmicas de las autopistas de Renault Espace Universe, que van como locos y cada día dan más disgustos.


   ¿Lo conseguirán nuestros héroes? ¿Formalizarán su relación el humano tristón y la florista? ¿Aprenderá inglés tabulaniano el mapache? ¿Volverán las oscuras golondrinas rotanitas en las ramas del árbol de té que crece en la maceta sideral sus nidos a colgar? ¿En serio, un MAPACHE con un BAZOOKA?




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