Kong, la isla Calavera:
Durante un crucero de placer, en el que el Teniente
Coronel Capitán General Jaimito Corcovillas intenta conquistar el corazón de la
reportera Edelmira Calambres, el Capitán de navío Gumersindo Paquete avisa del
avistamiento de una isla que no aparece en los mapas de navegación, pero que
estar ahí, está, porque huele a tres millas de distancia como los sobacos de
una tonadillera. Pero como la Calambres es de nariz prieta y no tiene buen
olfato, decide que para facilitar la conquista le apetece almorzar en aquel
territorio, a ver si ya de paso tiene algo de suerte y pega el braguetazo y le
ponen su nombre a la isla, que eso siempre da caché y te pueden sacar en el
Hola si te montas un chalecito entre las palmeras.
Pero al adentrarse en los terrenos que hay
más allá de la playa de guijarros negros, con los dos hombres a punto de
marearse (que los salva tener la nariz cuarda de espantos de cuando hicieron la
mili en Valdebotija y dormían cuarenta y cinco pares de bombas fétidas en un
mismo barracón), descubren que el terrenito ya tiene habitantes. Sin ellos
saberlo, le están pisando las petunias del jardín al mítico Katakling Kojong,
el gorila gigante con la misma mala leche que Risto Mejide cuando le hacen
sentar en una silla porque no hay sofá.
La cosa no tiene buena pinta, porque además
del primo negro de Zumosol de Copito de Nieve, resulta que la isla es una
especie de singularidad espacio-temporal que si la ve Stephen Hawking se hace
pis encima del gustazo, y por allí pululan un montón de bichos que si los pilla
James Cámeron lo de Avatar iba a ser una película de Los Pitufos. Y claro, como
a los bichos las mozas les son entrañables pero los hombres les parecen un
postre de los de restaurantes con estrella Michelín, pues se monta la de Dios
es Cristo con todos corriendo de acá para allá, salvo la Calambres, que se
encariña con el monete y se lo lleva para presentarle a sus padres.
Porque dinero no tendrá, ni le pondrá la
isla a su nombre, pero es que con la tontería la Calambres va a tener que pedir
que hagan una extensión al Whatsapp, porque ríete tú de las fotos del negro
ese, y claro, ella es todo felicidad.
A los otros no, a los otros se los comen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario