viernes, 17 de febrero de 2017

Críticas en screener: La Gran Muralla


La Gran Muralla:

   Vale, va contra las normas, pero si no lo digo reviento. La película de esta semana es un quiero y no puedo de manual. Desgrano como los pollitos: Estamos en el siglo XV, así que todo el mundo piensa “ya está, el descubrimiento de América”, porque si no salen americanos, no hay película; eso, o ya se encargan ellos de plagiarla un año después, y decir que son los originales y plantan una bandera del tamaño de Murcia en la pantalla, que si no la película no se entiende bien.


   ¡Pues no, ERROR!
   La cosa va de la China, nada menos. Pero ojo, que la vida es un ciclo constante y todo se repite como la morcilla y las centrifugaciones de las lavadoras. Al Donald Trump de la dinistía Ming de la época se le ha ocurrido plantar un murete de los suyos en su país (qué original, sí) que los separase de los mongoles (racismo modo dios). Pero claro, como son chinos, son muchos y hay tiempo porque en la época no hay tele ni Gran Hermano, ni Sálvame ni ninguna de esas mierdas, pues se lo toman en serio, y la cosa redunda en un pedazo de muralla de ocho metros de alto y cinco de ancho que ríete tú del portón de tu tía la del pueblo.


   Entonces, te dices: Vale, pues entonces otra película de chinos, y tal…
   ¡Pues no, ERROR!
   Hay un huevo de chinos, sí, es lo que tiene que sean tantos, que vayas donde vayas te encuentras tantos como señoras mayores seguidoras de Hulk Hogan en la puerta de El Corte Inglés el día que empiezan las rebajas. Pero hete aquí que ponen de protas a dos soldaditos marineros británicos, que deben convivir pacíficamente con los aldeanos de los alrededores (debe ser que se han ido de Erasmus o algo, y les pilla la muralla de sorpresa. Que sean soldados no implica que no puedan ser pacíficos, ¿no? ¿NO?). Entonces sí que ya tú te dices: ¡Ah, ya lo he pillado! Esto es un alegato en favor de la convivencia, con ritmo pausado y expresiones de las que se dicen las abuelitas en torno a la mesa camilla con las tacitas de té.
   ¡Pues no, ERROR!
   El muro, que poco a poco alcanza una altura asombrosa, resulta que no solo vale para defenderse de los vecinos mongoles, sino que hace además de barrera parar resguardarse de una amenaza mayor, algo sobrenatural y del inframundo, porque resulta que la película la dirige un chino que debe de ser como el John Woo del lugar, así que toda la tranquilidad a tomar por culo... Venga explosiones, desfases, vuelos en pterodáctilo atados a cables de tirolina, y bicharracos que ríete tú del lago de la central del señor Bruns de los Simpson.



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