viernes, 10 de febrero de 2017

Críticas en screener: Cincuenta sombras más oscuras



Cincuenta sombras más oscuras:

   Segunda entrega de la trilogía que describe las aventuras de Gregorio Gris Gris, alias "el Grey", y la ex virgen reprimida Ataulfa Cuatrococes (pueden ustedes disfrutar de la antecesora en la siguiente dirección: http://latirafloja.blogspot.com.es/2015/03/palomitas-con-matias-hoy-cincuenta.html?q=Grey).
   Como buena continuación que se precie, la cosa tiene que comenzar con un giro de guion respecto a la anterior entrega. Tras decidir que ya no van a raptar más jovenzuelas, por eso de que ya el FBI iba a encontrarles por lo sospechoso de la montañita de jovencitas desastradas en el jardín, y porque la pobre Ataulfa tiene la chirimoya más roja y dilatada que la papada de Donald Trump cuando le hablan de la “Triple M” (mujeres, mexicanas y migrantes), la relación se ha complicado entre los protagonistas.


   Ataulfa se da cuenta que lo de vivir juntos sin entrar en la sala fosforita con alguna jamelga como que no le pone, más que nada porque “el Grey”, toda vez que ya no encuentra la misma satisfacción en una relación de pareja normalita que en las obscenidades propias de las parafilias coreanas, se deja estar, y cual Homer ve dejando marca en el sofá y se ha puesto como los melones de temporada en Villaconejos, que de puro orondos da gloria verlos.
   Ataulfa se muda de ciudad, y se pone a trabajar de becaria de nuevo en otra empresa, una flamante editorial de novelas rosas tirando a rojo de vergüenza cuyo jefe, Juan Tanamera, se encapricha de ella cual niña con coletas de una piruleta de fresa. Para que luego digan de los clichés jefe-becaria, y eso y tal…


   Y claro, como suele pasar en estos casos, ella siente la poderosa atracción del diner… Del pen… Bueno, que a la nena le mola mucho su nuevo responsable e intenta olvidarse de “el Grey”, cosa que le resulta harto difícil porque una vez que se le baja la hinchazón de la pepitilla, se le ha quedado la forma del arma ahí donde no llega el eco, y claro, eso te impide un poco olvidar, las cosas como son.
   Pero no es que él esté mejor que ella, ¡qué va! Aunque sus antiguas novias, al enterarse de la ruptura de nuestros protagonistas, hacen cola para llevarse a “el Grey” al gimnasio, a la ducha y a la cama (en ese orden), al final todas se escandalizan cuando él les propone montarse un trío secuestrando secretarias y cajeras del Alcampo.


   Y a pesar de ser tan rico que puede comprar el silencio escandalizado de todas y cada una de las mozuelas, que han perdido la capacidad de hablar en parte por lo que les unta el pollo como soborno, y en parte porque para hablar les queda a ellas la boca después de un rato, cuando la lista ya ha avanzado en la chorbagenda del empresario más allá de la F, ya no le compensa porque debe haber menos personas que desconocen la verbena que las que está sobornando. Y claro, el recuerdo de Ataulfa pesa mucho en los pantal… En la conciencia de “el Grey”. Así que allá que se va al final a buscar a su chica, porque debe ser que además de millonario sádico y radical, va a tener un corazón de oro, el andoba.


   Yo gasté los diez paquetes de kleenex que entran en el blíster.

   Y fue llorando. Por si acaso…

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