Cincuenta sombras más oscuras:
Segunda entrega de la trilogía que describe
las aventuras de Gregorio Gris Gris, alias "el Grey", y la ex virgen reprimida Ataulfa
Cuatrococes (pueden ustedes disfrutar de la antecesora en la siguiente dirección:
http://latirafloja.blogspot.com.es/2015/03/palomitas-con-matias-hoy-cincuenta.html?q=Grey).
Como buena continuación que se precie, la
cosa tiene que comenzar con un giro de guion respecto a la anterior entrega.
Tras decidir que ya no van a raptar más jovenzuelas, por eso de que ya el FBI
iba a encontrarles por lo sospechoso de la montañita de jovencitas desastradas
en el jardín, y porque la pobre Ataulfa tiene la chirimoya más roja y dilatada
que la papada de Donald Trump cuando le hablan de la “Triple M” (mujeres, mexicanas
y migrantes), la relación se ha complicado entre los protagonistas.
Ataulfa se da cuenta que lo de vivir juntos
sin entrar en la sala fosforita con alguna jamelga como que no le pone, más que
nada porque “el Grey”, toda vez que ya no encuentra la misma satisfacción en
una relación de pareja normalita que en las obscenidades propias de las parafilias
coreanas, se deja estar, y cual Homer ve dejando marca en el sofá y se ha
puesto como los melones de temporada en Villaconejos, que de puro orondos da
gloria verlos.
Ataulfa se muda de ciudad, y se pone a
trabajar de becaria de nuevo en otra empresa, una flamante editorial de novelas
rosas tirando a rojo de vergüenza cuyo jefe, Juan Tanamera, se encapricha de
ella cual niña con coletas de una piruleta de fresa. Para que luego digan de
los clichés jefe-becaria, y eso y tal…
Y claro, como suele pasar en estos casos,
ella siente la poderosa atracción del diner… Del pen… Bueno, que a la nena le mola
mucho su nuevo responsable e intenta olvidarse de “el Grey”, cosa que le
resulta harto difícil porque una vez que se le baja la hinchazón de la
pepitilla, se le ha quedado la forma del arma
ahí donde no llega el eco, y claro, eso te impide un poco olvidar, las cosas
como son.
Pero no es que él esté mejor que ella, ¡qué
va! Aunque sus antiguas novias, al enterarse de la ruptura de nuestros
protagonistas, hacen cola para llevarse a “el Grey” al gimnasio, a la ducha y a
la cama (en ese orden), al final todas se escandalizan cuando él les propone
montarse un trío secuestrando secretarias y cajeras del Alcampo.
Y a pesar de ser tan rico que puede comprar
el silencio escandalizado de todas y cada una de las mozuelas, que han perdido
la capacidad de hablar en parte por lo que les unta el pollo como soborno, y en
parte porque para hablar les queda a ellas la boca después de un rato, cuando
la lista ya ha avanzado en la chorbagenda
del empresario más allá de la F, ya no le compensa porque debe haber menos
personas que desconocen la verbena que las que está sobornando. Y claro, el
recuerdo de Ataulfa pesa mucho en los pantal… En la conciencia de “el Grey”.
Así que allá que se va al final a buscar a su chica, porque debe ser que además
de millonario sádico y radical, va a tener un corazón de oro, el andoba.
Yo gasté los diez paquetes de kleenex que
entran en el blíster.
Y fue llorando. Por si acaso…
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