BLAIR WITCH:
Eulogia Amarraliendres Brey era un encanto
de mujer. Cuando estaba viva, quiero decir. Ahora que es un espectro es una
guarra de las de que se te pongan los pelos de los huevos de punta por dentro
cuando te acercas a la esquina anterior a la que está. Le huele el aliento como
si hubiera pasado la noche buscando trufas en los bajos de Atocha, y se viste
como los que salen en los reportajes de Callejeros; los que llevan la cámara
no, los otros.
Eso es lo que dice la leyenda, pero a pesar
de dar detalles tan específicos, el típico grupito de universitarios americano
con todos los estereotipos habituales no se lo cree, por lo que deciden que lo
mejor es que se vayan de retiro orgiástico al bosque de la bruja en el que ya
han desaparecido casualmente unos cientos de adolescentes estereotipados que no
se creían la leyenda en los últimos veinte años. Ya lo dice Cárdenas en sus
anuncios, al fin y al cabo: “¡Bah, casualidad!”.
Una
vez en la linde del bosque, a los universitarios se les une la pareja de
bedeles del bosque, que hace años tuvieron un gato que se internó entre los
árboles y no ha vuelto, y como les da miedo entrar solos, han esperado justo a
estos para decidirse a ir a buscar al minino, que les dan más confianza que los
otros anteriores porque llevan una cámara.
Como era de prever, la cosa se pone de tomate subido en cuanto
pasan al árbol dos, que aquello parece el anuncio de la menstruación de la
tele, y como parece ser que el pobrecito que lleva la cámara es también el que
sufre de Párkingson prematuro (deben haberlo echado a suertes, porque si no, no
se explica si lo que quieres es captar imágenes de la bruja), pues tú te pasas
hora y media intentando mover tu propia cabeza al mismo ritmo que le dan los
tics, que nunca ves nada más que fogonazos, pero oye, eso es que es una
película de calidad porque es indie.
No quiero destripar más del argumento, baste
tener en cuenta que los adolescentes americanos van muriendo uno a uno según el
orden de antigüedad de su estereotipo en la escala de valores del cine USA (excepto
el cámara, que debe ser el último por razones obvias), y que al final sólo
quedan él, la buenorra ensangrentada y el gato, que la persigue como si hiciese
meses que no se lava ahí abajo, y oliese a lata de Calvo, para que decidáis si
os merece la pena ir a verla ya o no. No.
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